EL ESPÍA DE CÉSAR

Salvo para los estudiantes de humanidades, que quizás piensen primero en la escultura el galo moribundo o el paso del Rubicón, hablar de la Galia es hacerlo para el común de los mortales de Astérix y compañía, el irreductible pueblo de aguerridos bárbaros que resiste siempre al invasor. Pero estos más allá de su popularidad y la impronta dejada en varias generaciones de lectores son en el fondo una pequeña muestra del gran mosaico de civilizaciones y hechos históricos reunidos bajo ese motor aglutinador que fue el Imperio Romano. Una era que en el campo del noveno arte ha dado para títulos tan dispares como Murena o Las águilas de Roma, y que pocas señales dan de agotarse. En el caso de El espía del César estamos ante una de esas tramas que saben aunar con tino realidad y ficción y cuyo protagonista, precisamente, es galo, aunque lejos está de sus homólogos uderzogoscinnyanos, siendo más fácil imaginarlo a bordo del barco pirata tan habitual de sus aventuras (a su presentación en la historia me remito) que morando en una tranquila aldea en un claro del bosque. Un hombre cuya existencia cambiará cuando conozca a una de esas figuras que cambian la historia, Julio César, estableciéndose entre ambos una complicada relación entre lo laboral y lo personal.

Si somos sinceros esta obra no se ambienta en la Roma imperial. Estamos ante los últimos coletazos de la República, con una urbe en crisis, pero en plena expansión, y un César que, aunque tiene el título de Imperator, un cargo de tipo militar que comparte con Pompeyo y Craso, lejos está de ser Emperador tal y como se entenderá a partir de Augusto y se está todavía forjando su propia reputación, en más de un momento negativa a ojos del pueblo romano. En este clima Coax, el espía del título, que ha sobrevivido a numerosas escaramuzas y a un pasado como pirata y gladiador, busca vengar la muerte de su hija en extrañas circunstancias y el posterior suicidio de su mujer al no poder superar el dolor de la pérdida. Y será el futuro divino Julio el que le prometa ayudarle en su vendetta si el le echa una mano en un determinado asunto. Pero este no va a ser el hecho que articule los tres álbumes que componen este integral sino la venganza de otro personaje, Sanian, una helvecia que ha visto como las acciones de galo y romano han supuesto la práctica desaparición de su mundo y que se ganará el sonoro apelativo de la perra del Hades, bautizando el segundo capítulo de este tomo.

Obra que debe leerse más como conjunto que como una mera sucesión de aventuras El espía de César sabe combinar hechos históricos que son de dominio público como el secuestro del joven César por los piratas o la conquista de las galias y otros menos conocidos como el hambre en Roma en el I a.C. con toda una buena trama de intriga, protagonizados por un elenco de personajes tanto reales como de factura propia. Una cruda historia que sin llegar al grado de sordidez o explicitud de fantasías históricas como Juego de Tronos o, si vamos al terreno romano, la serie Espartaco, se lee con interés gracias a su buen sentido del ritmo, ganando muchos enteros gracias a lo certero de sus diálogos, aunque es innegable su desenlace resulta, sin desvelar más, un tanto abrupto.

Y al igual que su historia, obra de un Jean-Pierre Pécau que ha dedicado buena parte de su carrera al cómic de corte histórico, el dibujo de Fafner (que ya había colaborado con el guionistas en ¡Tiembla, Roma!) tiene fuerza, dejándonos sus mejores momentos en las escenas corales y marítimas, a lo que contribuye una ocre y apagado paleta de color que bien encaja en una época de crisis como la que presenta este álbum. Aunque si hay que poner un pero ese es la expresividad, o casi debería decir falta de ella, de los personajes, algunos de los cuales parecen atrapados en un rictus perpetuos, y el escorzo de más de una figura, generando una perspectiva que descoloca en un dibujo de corte realista.

Cartem presenta una vez más una bonita edición que suma a la obra completa sus portadas y una serie de notas explicativas que resultan una buena ayuda para sumergirnos en una odisea que se toma muy en serio el realismo de su ambientación. Con ecos a más de un viejo conocido (la historia de un hombre metido a gladiador que busca vengar a su familia, aunque sea un breve apunte, no deja de sonar a cierto blockbuster protagonizado por Russell Crowe, y mirar por primera vez el rostro de nuestro héroe, aunque eso cambie más tarde por obra y gracia del pelo nasal, es casi hacerlo a los ojos de nuestro cimmerio favorito) El espía de César es una buena propuesta de entretenimiento para los amantes del cómic histórico, aunque quizás su protagonista, aún sin carecer de carisma, no cale tanto como otros héroes con los que nos hemos topado en el reino de la viñeta. Un cómic que instruye deleitando y una buena prueba de que historia y cómic son unos buenos compañeros de cama.

By Peñuelas

EL ESPÍA DE CÉSAR

Guión – Jean-Pierre Pécau

Arte – Fafner

Traducción – José E. Martínez Tur

Editorial – CARTEM

Edición original – L’Espion de César 1 a 3

Páginas – 200

Precio – 34,95€

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